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abril 12, 2014

Los riesgos de la seguridad

Hace tiempo que no cuento nada sobre mis aventuras por Israel, aunque en este caso, más bien sería mi aventura hasta llegar al avión de Elal para viajar a este país, lo que voy a relatar.
Decidí viajar para Pesaj ese año, a ver a mis amigos, aprovechando que por casualidad la Semana Santa de España coincidía con las fiestas de Israel, lo que me permitía sumar días y ampliar las incipientes vacaciones. En esa época yo no tenía perra guía aún, de modo tal que acompañada de mi bastón, mi maletita y mi vieja mochila, al aeropuerto de Barajas que me encaminé.
Como sólo sabía en qué terminal debía tomar mi vuelo, gracias a los buenos servicios de un ciudadano amable, me vi ante un mostrador de información.

Nos situamos en 1993, plena guerra del golfo,
Y mi desconocimiento era total sobre las precauciones de seguridad a nivel internacional, así como las propias de Israel.
Si bien en la actualidad todas las medidas que viví entonces ahora son lo normal en cualquier viaje, en cualquier aeropuerto, entonces yo me quedé desconcertada:
Me hicieron esperar aparte, y poco después, hizo su aparición un señor muy serio, que en un correctísimo español, empezó a preguntarme:
Nombre, apellido, nacimiento, trabajo… tantas preguntas seguidas y yo ya con la mosca detrás de la oreja (¿qué le importa a este tipo mi vida? ¡que se me escapa el avión!)
¿viaja con el grupo de peregrinos del padre escudero?
-No señor.
-¿y por qué?
-Pues ya ves…
Se vuelve a repetir la pregunta:
´-¿viaja con el padre Escudero?
-No señor, viajo sola.
-¿y por qué?
-Pues…. (¿quieres tú viajar conmigo?)
-¿quién te ha hecho la maleta?
(y no, paternalismos los justos).
-¡la maleta me la he hecho yo!
-¿con quien vives?…
-Con mi gata, a lo mejor ella me ayudó a hacer la maleta, ¿te vale esa respuesta?
Y así una hora de vacile por mi parte, de mosqueo por parte de ese señor tan rijoso de Elal que no paraba de tocarme las narices.
Y yo mirando la hora.
– Pero bueno, ¿qué sentido tiene todo esto?
-Si no vas con el padre Escudero….
-¡si me nombras otra vez al padre escudero no sé lo que hago!
¡voy a casa de mi amigo Natalio Kirchuk!
¡palabra mágica! El señor tieso, tan tieso él, de repente se quedó en silencio:
-¿kirchuk? ¿kirtchuk? ¿de qué lo conoces? ¡es primo mío!
¡dile que soy -Daniel!
¡Haberlo dicho antes! Esto son medidas de seguridad. No te preocupes y contesta a todo lo que te pregunte, sólo es para evitar atentados, no es nada….
En fin, mi amigo Daniel de pronto era otro, amable, divertido, ya las preguntas no las vivía con la misma agresividad ni, por supuesto, con la misma tensión.
Me reí de su manera de preguntar, y al final nos caímos genial.

No pude evitar preguntarle por qué razón me quería colocar con el padre Escudero.
Su respuesta fue que todas las personas ciegas que viajaban a Israel, lo normal era que fueran en un grupo de peregrinos.
Ya. Tan normal como que él fuera el primo de mis amigos ¿no?