marzo 2, 2014

Ver está sobrevalorado

¿ver está sobrevalorado? 

Este viernes, ha venido a la clínica la periodista de RNE radio 5 todo noticias, Patricia  Costa Grande, que lleva el espacio de tolerancia 0 los jueves a las siete de la tarde.
  Por aquéllo de que el año pasado me dieron el premio de mujer con historia 2.0, me eligió para entrevistarme.
 
  La verdad es que es una periodista majísima, y nos reímos bastante.
    Estoy acostumbrada tanto como mujer así como ciega y fisioterapeuta, a que me hagan las preguntas clásicas previsibles, ante simplemente mis características personales.
  Lo gracioso de todo esto, es que esas preguntas pese a que el tiempo pasa, suelen ser las mismas a las que casi todas las personas como yo, hemos sido preguntadas.
 
  Pero hay una típica, la cual está siempre ahí agazapada, esperando el momento adecuado para plantearla, esa que muchos la callan porque les da vergüenza o creen que va a herir mi sensibilidad, si claro, ¿herir mi sensibilidad? eso es poco menos que imposible:
 
Cuando Me han gritado para preguntarme que donde voy,  cuando me han cruzado una calle tirando del arnés de mi perra,
cuando me han pellizcado arrastrándome para evitarme un charco….
  En fin, voy a la pregunta: ¿si volvieras a ver que querrías ver lo primero de todo lo visible?
 
Me temo que no volveré a ver, no es una cuestión médica, ni científica, ¡simplemente es que no he visto nunca! con lo cual,  no es posible.
  Creo que una vez más mi teoría de que eso de ver está sobrevalorado sigue siendo cierta.
  Plantéate por un momento, qué sería de tu vida si de repente te crecieran dos brazos con sus antebrazos, sus manos y sus dedos.
¿como te sentirías?
Vale, tocarías las más perfectas sonatas al piano a cuatro manos, y ¡que lujo para rascarse por la espalda cuatro manos a la vez!
¿pero qué mas?
   Yo, sinceramente es que no me veo viendo.
  Ahora que le voy pillando el truco a esto del ordenador, a lo de manejar el iphone… Ahora que mi Perra Guía y yo somos la pareja perfecta, que ya he superado lo de cocinar, limpiar, ahora que ya no me importa si tiran de mi chaqueta en el metro o si hablan de mí como si fuera sorda en vez de ciega….
¿ahora a desaprender y aprender?
¡que pereza!
 
  Y luego está lo de perder mis súper poderes:
ya sabes, lo de tener los cuatro sentidos más desarrollados….
Porque claro, eso lo perdería tarde  o temprano, y la verdad, no sé si compensa.
¿Dejar de oír la música del viento
Dejar de notar en mis manos la textura de  una caricia?
Dejar de oler la primavera? ¿Perderme el sabor más dulce del mundo?
 
  Decididamente no, no me compensa.
¡Menos mal que no lo tengo en la agenda!