¿Que tal voy con Goleta?
Ha pasado tiempo desde que no cuento por aquí mis aventuras con Goleta.
Ya os escribí de los cambios de la nueva web, y ese parón para renovarme y resurgir con alegría y buen ánimo. ¿Y qué mejor que comenzar con historias de mi perra favorita?
Se supone que desde el 15 de mayo que Goleta llegó a casa, hasta el día de hoy, ya debemos tener los deberes hechos ¿no?
Bien, pues más o menos, la verdad es que ya nos conocemos bastante.
Seguimos haciendo un círculo infinito en el momento de hacer el Dos, no lo niego, ¡me acuerdo de todos sus antepasados, de las perreras de la fundación!, ¡y de la sagrada geometría de sus vueltas!
Yo, eso si, con mucha dignidad, me arrastro con la bolsa de recoger cacas, y oye, ¡hasta lo que me dé el brazo!
Si sabéis de algún inventor que quiera ser creativo e invente un detector de mierdas, pasadle mi contacto, por favor.
A parte de ese pequeño o no tan pequeño inconveniente, eso depende del día, y de lo que haya comido, puedo decir que las cosas van bien.
Cumple como perra guía, trabaja genial, es sociable con gente y perros, marca bien los bordillos, encuentra los pasos de cebra, esquiva bien esta invasión de mesas que hay por las calles de Madrid, ¡y camina feliz moviendo su cola!
En este momento la escucho dar unos terribles ronquidos de camionero desde su colchoneta y creo que vive como una reina.
Es curioso, mis anteriores perros sabían que era el momento de salir cuando me veían ponerme la chaqueta y coger las llaves de casa, Goleta, deduce que salimos cuando ve que tomo la mascarilla y me la pongo.
Extraños tiempos para nosotros y para nuestros perros, que trabajan en condiciones especiales y a pesar de la era covid19.