En estos días, en que nuestros políticos y católicos más recalcitrantes con Gallardón a la cabeza se permiten el lujo de justificar su reforma de la ley del aborto, usando de forma infame la discapacidad, los discapacitados, la felicidad de éstos, con la indignación que ello produce, me dispongo, pese a que no me gustan las polémicas en mi blog, a dar mi sentir en este punto.
Los que me conocéis, sabéis que soy ciega de nacimiento, que llevo, de la manera más digna que puedo y sé, todo lo que entraña vivir con ello que, más que una discapacidad, lo veo yo como un modo más de vida, una característica personal, como mi número de pie, mi talla de pantalones o mi color de piel
Soy lo que un pedagogo o psicólogo diría, una persona integrada. Más o menos, tengo un buen trabajo, amigos de todo tipo, y sobrevivo en esta sociedad y en estos tiempos como todo el mundo, de la mejor manera que sé y puedo.
Pero mi vida ni ha sido fácil, ni lo es en absoluto, como me lo demuestra el día a día , justo cuando más baja tengo la guardia.
Por nada del mundo traería a este mundo a un bebé sabiendo que iba a nacer ciego, igual que yo.
En unas declaraciones el Señor Gallardón, padre de esta reforma, llegó a decir que a él no le importaría tener un hijo discapacitado.
¡que honorable por su parte! que entrega la de esos padres con sus hijos con necesidades especiales, sin duda alguna….
Pero yo le plantearía a ese señor otra situación:
¿qué tal sería su vida si él hubiera nacido ciego o con otra discapacidad?¿Qué tal soportaría desde su primer llanto esa tortura de ir de médico en médico, ese miedo de los padres, esas preguntas de la familia? ¿Bebería Gallardón esa leche amarga de su madre al pensar que porqué a ella le había tocado ese hijo?
Podría tener unos pesados padres protectores que no le dejaran ni respirar,, u otros que le ignoraran o le consideraran tonto. O, en el mejor de los casos, unos padres responsables, luchadores que por falta de medios no podrían darle cuanto necesitara. ¿Cómo se sentiría en esa situación? ¿Cómo de niño aguantaría ser una carga? ¿ser raro en casa, en la escuela? ¿Cómo aprender a ser diferente y que no duela? ¿Cómo crecer, tener 15 años, y no encajar, no poder aspirar a las mismas oportunidades que los demás? ¿Tener novia, saberse mayor y aprender a manejar las frustraciones?
¿serían el Señor Gallardón y sus insaciables impulsores capaces de vivir y hacer lo mismo que hacen ahora? ¿tendrían las mismas ganas de realizar esa reforma?
No sometería a conciencia a un ser humano a todo eso, y mucho más, a cuanto me he tenido que enfrentar tanto yo como miles de personas con discapacidad.. ..
¿se han parado a pensar en eso obispos hipócritas y políticos acérrimos defensores de la vida?
Vale, yo lo he aguantado, ¡pero de ninguna manera soportaría que un hijo mío tuviera que sufrirlo!
Ni siquiera si pensara que se llama Alberto Ruiz Gallardón,
tan defensor de la vida que es capaz, por extraños vínculos de clientelismo, de indultar a un kamikaze que mata, como lo es de formar parte de un gobierno que propone una ley que favorece al no nacido, del cual se desentenderá una vez en este mundo, a tenor de lo que vienen haciendo con la ley de Dependencia.
A ustedes, sepulcros blanqueados, les exigimos: ¡dejen ya de usarla discapacidad para aprobar reformas injustas!
A ustedes les daba yo una buena discapacidad para que vieran de que va la fiesta….