Ladrando en la nube con Goleta: El cepillado
Cuando me entregaron mi primera perra guía, una de las primeras cosas que me enseñaron fue como cepillarla. Más allá de mantener limpia a mi guía, cuidar su pelo, sus orejas, sus ojos, y revisar de forma meticulosa todas y cada una de las partes de su cuerpo por si tiene algo clavado, alguna herida, algo inflamado, o alguna cosa extraña que no me haya dado cuenta, el acto del cepillado es una forma de divertirnos, jugar, acariciarla, rascar, y premiar de algún modo a Goleta por su trabajo.
En el mundo del aseo personal canino, la cosa se ha complicado bastante, hay todo tipo de cepillos, peines, rastrillos, guantes masajeadores, de todo tipo de materiales colores y formas.
La escuela al principio nos regalaba un set de cuidados para el pelo, cepillo, peine, y bayeta para limpiar el polvo del pelo. Ahora con los recortes, supongo, ya no nos dan nada de esto, sólo durante el tiempo de entrenamiento, te ofrecen ese material, pero cuando se finaliza el curso, vuelve a la escuela.
En mi caso, no hay problema, tengo peines y cepillos de todo tipo. Con los pastores alemanes usaba un rastrillo con las púas metálicas y muy separadas, púas gordas para no hacerle daño, por supuesto.
¡Ya no me acordaba de lo que son los pelos de una labradora! pelos duros que se clavan como alfileres en la ropa, el sofá y los cojines. Menos pelo que los pastores, eso sí, ¡pero bien contundente!
Ahora mismo contemplo al neceser de Goleta ¡y casi tiene más que el mío! sólo le falta unas cuantas cremas faciales, un pintalabios ¡y estamos a la par!
Os cuento la que liamos cada dos días para esto del cepillado:
Me salgo al patio con una silla baja, de esas de pueblo, que yo ya no estoy para sentarme en el suelo como antes, jajá., mi espalda daría su opinión de forma contundente.
Uso una bolsa especial con todos los elementos, más un bote con premios para Goleta, porque gustarle lo que se dice gustarle, bueno, digamos que se aguanta estoicamente, y sólo porque sabe que hay de vez en cuando alguna barrita de olor a chorizo, es que se queda quieta.
Empiezo con el fulminator, una especie de peine tipo liendrera, que ese arrastra todo el pelo muerto que se encuentra, por si no lo sabéis, lo que da ese olor a perro, es el pelo muerto que queda ahí entremedias del resto del pelo, y este tipo de peine, con cuidado, es muy eficaz.
Luego le paso un cepillo de goma en forma de mariquita, debo decir que el instructor comentó que eso no valía de mucho, pero tiene que ser agradable que te pasen eso suave por el lomo ¿no?
También uso un guante con unas bolitas de goma, que el poco pelo muerto que le queda a la perrita, lo voy arrastrando aparte de que es como un juego divertido entre las dos.
Después uso la bayeta húmeda homologada, que quita el polvo sobre todo de la contaminación.
También le paso unas toallitas que le dejan el pelo esponjoso y más limpio.
Hay toallitas de todo tipo para perros, desde las de citronela anti insectos, que no sé hasta qué punto son repelentes, pero sí que es cierto que con esto del coronavirus, no está mal limpiar cuando volvemos de la calle, en vez de usar desinfectantes más agresivos.
También hay de un montón de aromas, camomila, aloe, incluso talco, ya por suerte no despiden un olor tan profundo como antes, y dan sensación de limpieza a los perros y a nosotros. ¿Que puedo decir sobre los perfumes y colonias? en general no me gusta ponerle a la perrita este tipo de productos porque me parece que anulan su olor personal y aunque no lo tengo claro, también podrían anular su olfato.
Pero debo decir que hay toda una gama de perfumes increíble, pero yo de momento me abstengo.
En fin, en todo este proceso del cepillado, a lo tonto a lo tonto, se nos va media hora, y ya tengo hasta la ropa especial para el momento, que después echo a lavar, porque me quedo con más pelo que ella en mi cuerpo.
A parte del cepillado, si que es bueno tener una dieta saludable, esto ayuda a tener mejor pelo, igual que los humanos.
Los de mi tienda favorita me recomendaron un aceite con miles de omegas, vitaminas, y no sé cuantas cosas más, se trata del aceite de salmón salvaje de Alaska, ese que toman los osos grizzlis, es una botella con un dispensador, y le echo al pienso cuatro pulsaciones, tiene un cierto olor a pescado, pero a Goleta le encanta, y le alegra un poco el sabor del pienso.
En fin, después del cepillado ¡goleta queda reluciente!