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mayo 22, 2020

Ladrando en la nube con Goleta, ¡día de examen!

Es tradicional en mi instructor, que el último día de emparejamiento hagamos una ruta más o menos solas ante el peligro, ¡y esta vez no iba a ser menos!

Goleta de cachorro soñando con ser perro guía
Goleta de cachorro soñando con ser perro guía


  Goleta ya está súper adaptada en casa, incluso su estómago de 75 por ciento de labrador, calcula perfectamente cuando es la hora de la cena, y así me lo notifica cada vez de forma menos sutil, por si a caso se me olvida….


  Hoy por la mañana ha sido la gran prueba, desde Luchana hasta el museo arqueológico, digamos que ese ha sido el examen, así, sin anestesia.
  El primer tramo desde Covarrubias hasta Sagasta, más o menos, un par de coches sobre la acera, la cola sin distanciamiento social de la droguería, que ya les he llamado la atención, y recto al cruce para llegar a Alonso Martínez.


  Estos cruces extraños con dos carriles con el semáforo en distinto lugar, el cual hay que localizar en el centro del cruce con tráfico a ambos lados.
Este tipo de cruces son algo estresantes, el ruido, la gente, y mi preocupación por si la perra se sale algo de la estrecha acera, lo sé, lo sé, ella es lista, pero el miedo es libre.


  Parada en viena Capellanes, porque ayer también paramos a pedir un café para llevar, y Goleta pensó por un momento si queríamos tomarnos otra vez algo.
¡un detalle de su parte!


  Es lo grande de los perros, ¡siempre recuerdan todos los sitios donde van!
  Y por fin llegamos a Colón:
Es un lugar con mucho tráfico, y eso que aún estamos en la 0,5 fase.
Es complicado encontrar el paso de cebra porque no están alineados tampoco, además hay cesped, bancos, gente, árboles…. Pero logramos localizar los otros dos semáforos y enfilamos la calle Alcalá con mucha dignidad.


  A Goleta le sigue gustando ir cerca de los árboles, yo, después del aterrizaje de ayer, les tengo bastante respeto, mas que nada por los alcorques.
  ¡Y llegamos al museo arqueológico! está cerrado, porsupuesto, pero le prometí que vendríamos algún día de nuevo, porque es uno de mis museos favoritos.
Hay muchas cosas para tocar, y maquetas casi a escala real.


  De nuevo retomamos ruta y de vuelta a casa ya más relajadas.
  La firma del contrato con la escuela de perros guía, informes veterinarios, seguro, instrucciones diversas, ¡mil papeles!
Pero lo más importante, ¡la medalla acreditativa de que Goleta ya es perra guía oficial!


  Cuando coloqué el distintivo en su collar de trabajo, ¡deberían haber sonado fanfarrias y tambores!


Pero Sólo estábamos el instructor y yo, yo sentí una gran emoción, la suerte estaba echada, y nuestra unión quedó sellada.


  Soy consciente,queda todo por hacer, y a partir de mañana estaremos solas ante el peligro, pero con voluntad y paciencia estoy segura de que seremos capaces de llegar a cualquier sitio.


  ¡Y seguiremos contando nuestras aventuras!