Hace unos días que no escribo mucho por aquí, pero es que entre el trabajo y la enfermedad de mi madre, a penas si tengo tiempo de casi nada.
Pero hoy es un día especial:
¡Mi perra guía Nevi y yo cumplimos juntas dos años!
Si, una invernal mañana de finales de noviembre, Pedro Márquez, mi instructor, llegó a casa, y sin mucho protocolo, puso en mi mano una correa y me dijo:
¡vamos! ¡ya es tuya!
Todo esto es simplificar mucho las cosas,, nada fue tan sencillo.
Allá por julio del 2011 tuve que asumir que mi perra guía, bimba tenía que jubilarse, que nuestros caminos juntas ya eran solo paseos cortos y sin gran exigencia.
Luego llegó el decidir si o sí que había que solicitar un nuevo compañero para facilitar mi movilidad, que una cosa es pensarlo y otra muy diferente es poner en marcha el proceso de renovación.
Volver al psicólogo, al técnico en rehabilitación, chequeo médico, ¡con el miedo que me dan los pinchazos! análisis de sangre, ¡iba por ti, ¡perrita! pruebas de fuerza, papeleos, llamadas, ¡un estrés que no os puedo contar….
En la once lo que es fácil se complica por sistema, es como una administración pero en pequeño, se atasca un documento en un despacho por una baja, unas vacaciones o un café a media mañana.
Todo es muy misterioso, cada jefe se da su importancia, y yo, como usuaria de perro guía renovadora, y afiliada a esta institución, asumí y acepté con resignación y paciencia todos sus protocolos.
¡era por ti, ¡pequeña!
Pedro, el instructor que me ha entregado todas mis perras, que me conoce tanto cuanto necesito en mi movilidad, sabe de mis rutas , de mi trabajo y mi modo de entender la vida, pensó que dado que ya soy renovadora, era factible realizar una entrega domiciliaria de mi futura lazarillo.
Me explicó que Nevi, mi nueva perra guía, era una pastora alemana,, que antes que a mí, se la había adjudicado a otro usuario de perro guía, que la persona en cuestión, no supo entenderla, que era una perrita maravillosa, que me lo juraba, que era un encanto. Dócil, obediente y con muchas ganas de trabajar,, que a la vez era muy intuitiva y vivaz.
Me resultaba extraño pensar que mi perrita había sido antes de otra persona,tenía dudas sobre si yo le gustaría, si me compararía con el anterior dueño, él, un hombre de veintipocos años, alto,, yo uno cincuenta y mujer… ¡cuantas incertidumbres!
No es que desconfiara de mi instructor, en absoluto, el instructor en la vida de un usuario de perro guía pasa a ser algo vital, es alguien que tiene que manejar un perro bien adiestrado y una persona ciega con todos sus temores, sus dudas espaciales, y sus inseguridades, tratar de compatibilizarlos a ambos con todas las estrategias a su alcance , en fin, nada fácil.
Y ahí estábamos esa fría mañana mi perrita y yo, cada una con sus miedos, pero con muchas ganas de hacerlo todo más que bien.
Recuerdo cuando la toqué por primera vez, su delgadez,, su pelaje suave, sus orejas de punta.
¡que bonita me pareció!
Tan seria, tan asustada ¡casi tanto como yo!
¡y yo con tantas ganas de abrazarla y decirle que todo iba a salir bien!
Pero claro, había que seguir el guión, probar su arnés, medir el asa para mi altura, sentarla, practicar las primeras órdenes de obediencia: juntos, sienta, quieta….
Yo, que estaba acostumbrada casi a que mi bimba me adivinara el pensamiento, que antes de decir sienta, ella ya estaba en posición.
¡y aquí había que ganarse el respeto una vez más por mi nueva guía!
Recuerdo el primer paseo ya guiando por mi calle, cuando desde la posición de sentada le di la orden de avanzar, ella echó para adelante con una suavidad que me dejó descolocada. Se suponía que era nerviosa, que estaba estresada, pero no, la perrita caminaba a mi lado como si me conociera de toda la vida, a veces giraba su morro y me daba un par de lametazos en mi mano derecha para pedirme permiso, no sé…. El único problema era en este caso el instructor, cada perro es un mundo, mientras Bimba, mi perra jubilada no le hacía ni caso, esta, no dejaba de buscarlo todo el rato, a veces hasta trataba de darse la vuelta.
Desde el primer día me quedó claro que ahí la única competencia que había era él.
Fuimos incrementando las dificultades hora a hora, día a día, largos paseos instructor perra y yo por todo Madrid, ¡menuda paliza nos dábamos! mis manos estaban destrozadas por el nuevo cuero, por el frío y los lametones, ¡pero que bueno sentir el aire en mi cara recorriendo el mundo!
volvía a percibir esa sensación de libertad caminando que solo un buen perro guía puede darme.
Os juro que ni con amigos, ni pareja, ni familia, nada, ¡la libertad es andar sin miedo por una calle amplia con mi perra!
Fue una semana dura, hubo momentos para todo, miedo en cruces, dudas por parte de las dos en situaciones complicadas de tráfico y calles difíciles,visitas a mi puesto de trabajo en el hospital… ¡pero pudimos con ello!
Y Después de hacer la gran prueba yendo solas desde Luchana hasta cuatro caminos y volver, ¡superamos el examen y ya éramos una unidad!
Y desde entonces hasta hoy, esta es mi compañera:
ha aumentado un poco de peso, sigue teniendo aspecto de juguetona, aún siento que tiene miedo por si yo tampoco la quiero, y me busca esté donde esté, y de vez en cuando necesita mis caricias.
Realmente es la perra mas afectiva que he tenido en mi vida, cariñosa hasta más no poder.
¿y que puedo decir de su trabajo?
¡si hasta los árboles se apartan cuando paseamos por Madrid,
¡juntas volamos!
Estoy tan agradecida, ¡que hasta agradezco a su anterior usuario que no la comprendiera, porque eso hizo quepudiera tenerla yo!
Gracias Nevi por llegar a mi mundo, por compartir conmigo cada instante.
Gracias por hacer que mi camino solo sea eso, un camino sin obstáculos para recorrer contigo.