¡No es que yo sea una compradora compulsiva, pero nada hay más divertido que un día de compras con unas amigas!
Un día de esos donde lo más importante casi que no es ni que me voy a comprar, aunque claro, siempre cae algo, lo divertido es revisar ropa, modelos, escarbar en las pilas de saldos de las tiendas, luchar a brazo partido por una camiseta, entrar en los vestuarios con siete u ocho modelos para probarnos y que al final no nos esté bien ninguno.
Además, a este folclore, hay que añadir una comida de esa de la mala, de la que nos avergonzamos, después de haber descubierto que todo nos está estrecho, ¿Qué mejor manera de celebrarlo que con un buen menú de esos de los de miles de calorías?
Una jornada así garantiza risas y alegría para una semana. Todo esto quedó tan restringido por la pandemia, que casi se me había olvidado, y Goleta, mi perra, ella nunca había tenido semejante actividad.
Y sin esa fantástica experiencia ¿Cómo certificar que de verdad es una buena perra guía?
Más de un año conmigo y nada, porque lo cierto es que yo tampoco lo había tenido hasta la semana pasada que me fui con mi amiga Paloma a echar la mañana en la calle, a disfrutar de un buen día de los de antes, con comida incluido.
Y por supuesto, ¡Goleta también!
No sé hasta qué punto es interesante para una perra guía algo así, pasillos largos, miles y miles de prendas colgando, mucha práctica del ejercicio ¡sigue a Paloma!
Supongo que nada emocionante salvo cuando entramos en el Burger y se comió cuantas patatas pudo trincar del suelo, aprovechando que íbamos con las manos cargadas de bolsas.
La verdad es que la perrita se portó genial, escaleras automáticas, obstáculos en forma de señoras con olor a colonia vieja que ocupaban las mesas sin dejarnos revisar nada, y atascos en los probadores….
Noté cierta dificultad de la perrita para elegir ropa, ¡en eso no ha estado muy fino mi instructor!
¿Quién quiere un perro guía que evite objetos en la calle?
¿Quién quiere que no se salte ni un bordillo?
¿Qué esquive todos los contenedores de Madrid?
¡Yo lo que quiero es que me elija una camiseta chula!
¡Lo que molaría es que me buscara rebajas de las buenas!
En un momento dado de mi día de tiendas, y por si se le iluminaba el cerebro a la perrita, no pude evitar darle la orden de: ¡busca bermudas!
Y no os lo creeréis, ¡pero casi las encuentra!